Beautiful boy
- J e s s

- 24 ago 2019
- 2 Min. de lectura
Calificación: 9.5

Cuando una adicción entra al hogar la primera reacción es la negación del problema que esto representa, tanto para la persona que está sometida al consumo de alguna sustancia como de aquellos que conviven con él a diario y que, por obvias razones, tienen que formar parte de los buenos y malos momentos de quien atraviesa por el proceso de aceptación, desintoxicación y rehabilitación en general para poder retomar su vida; este proceso es complicado y muy
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tardado puesto que la adicción en sí es un síntoma de algo que está mal desde antes en la persona que debe lidiar con esto, llámese problemas familiares, de autoestima, traumas o, peor aún, cuando la causa es casi imperceptible y hasta, en ocasiones, desconocida por el mismo afectado. Claro, este tipo de cosas no tienen un remedio como tal, la pelea es diaria y difícil, no implica solo la buena voluntad, requiere coraje y el apoyo de mucha gente que debe soportar las caídas y afrontar al elefante en la habitación más veces de las que quisiera, llorar, molestarse, querer tirar la toalla, o incluso hacerlo, y aceptar las críticas de aquellos que ven todo desde afuera y no pueden comprender lo complejo que es el afrontarse a la adicción.
Felix Van Groeningen, director de esta cinta, trabajó en conjunto con David Sheff, autor de la novela Mi precioso hijo: el viaje de un padre a través de la adicción de su hijo, esta historia es una autobiografía de Sheff quien ha luchado incansablemente junto a su hijo Nic contra la adicción de este y los problemas emocionales que ha acarreado gracias al consumo de metanfetamina desde hace más de ocho años; la trama, lejos de ser una tradicional crónica de un adicto, muestra distintas aristas de un mismo problema que poco a poco carcome a un grupo de seres humanos que están unidos por un lazo sanguíneo y sentimental, más allá de enfatizar en el uso de la droga y sus consecuencias físicas, el filme trata más a fondo el peso anímico que representa el estar involucrado en esta problemática, no importando el lugar que se ocupa.
Una de las cosas más destacables es que, lejos de sentirse como una cinta que obliga a la reflexión, las actuaciones hacen que toda la situación se sienta real, incluso sin saber que se basa en hechos reales, y como algo que pasa en todos lados y a lo que debemos ponerle atención para que cada vez sean menos los casos de jóvenes que deben luchar contra las drogas y todas sus detonantes; eso sí, gracias a que la historia se centra en la realidad no se pueden esperar tintes rosas que hagan que la historia fluya como cualquier otra cinta, esta versión es cruda y repetitiva, porque por desgracia esa es la cara de la adicción, la piel sin color, cuerpos descuidados, moretones, ojeras, el descuido total de quien la padece, el cansancio de quienes le acompañan en esta travesía y la constante incógnita, ¿será esta la última vez?









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